viernes, 3 de junio de 2011

Lógica manicomial II



Allí es donde todo se vuelve estático,
donde el mar se tiñe rojo violáceo.
Uno ve quebrantarse las alas,
el rugido fiel de una bestia repleta de temor.
Allí, las corrientes pasan fuerte y arrasan todo lo activo,
la sed de amar, el deseo de elegir un final,
incluso la cándida idea de arquear la realidad en trozos.

Allí es donde he visto la sombra de la muerte
caminar por las callejuelas de los tigres viejos.
Donde los álamos y las hojas del otoño lo dejan  caer todo,
hasta esa mímica de un alma sonora, de una rara llovizna…

¿No son las mentes humanas acaso, en su propia singularidad,
tan privadas  y verdaderas como soñadoras y creativas?
¿En cual de todos esos pasillos cerrados,
en esos abroncados caminos bordados de alambre,
se encuentran esas voces,
esas almas encerradas primero en pared y después en piel?  



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